Español
Buenas a todos!
Al inicio llegué en la capital de Colombia, Bogotá, para empezar mi tiempo acá. Antes de llegar estaba influido mucho de los medios y las percepciones occidentales de Colombia y particularmente de las opiniones y los recuerdos de la generación de mis padres. Llegué al aeropuerto con un poco miedo dado que Bogotá es una ciudad de 8,8 millones habitantes, pero diferente de Londres, Bogotá ha experimentado un gran crecimiento urbano incontrolable. La ciudad extiende por muchos kilómetros en el altiplano en las montañas Andes. No pasé mucho tiempo allí y volé con prisa a Santa Marta, donde pasaré las próximas cuatros meses.
Santa Marta está en la costa caribeña y es la capital del departamento de Magdalena que es también la ciudad colonial más viejo de Sudamérica. Acá hago trabajo voluntario con una fundación que se llama Colombia sin fronteras que se ubica en Valle de Gaira en la periferia pobre de la ciudad. Muchos de los habitantes son personas desplazadas de otras ciudades en la región a causa de la guerra civil, pero hay un gran sentido de comunidad y creo que la fundación juega un papel causal en eso. Los voluntarios trabajan principalmente con los niños del área para suplementar el sistema educativo o las escuelas que están lejos. Normalmente les enseñamos los sujetos principales como matemática, lectura y escritura, con clases de inglés para los niños mayores. Si no, dependemos de los deportes para ocuparles y no hay nada que les gusta más que un partido de fútbol.
Yo tuve la suerte a ir al partido nacional más reciente en Barranquilla, Colombia vs. Ecuador que fue una gran experiencia sin parangón. Como los otros países latinoamericanos, Argentina y Uruguay son solo dos de muchos, fútbol acá juega un papel sincero en términos de cultura. La camiseta de selección Colombia se llevan a menudo y no siempre en los días de partidos. La unidad, el orgullo y el espíritu del país es muy tangible, particularmente durante los partidos. Entonces, podría ser el momento de Colombia después de una victoria contra Ecuador en las eliminaciones de Rusia 2018.
English
I initially arrived in the capital, Bogota, to begin my time here in Colombia. Having been heavily influence by the media and western perceptions of Colombia, and particularly that of my parents’ generation, I landed in the airport slightly terrified. Bogota is a city of 8.8 million people, but unlike London it has suffered incredible urban sprawl, and is stretched out for miles on a plateau in the Andes mountains. From Bogota I moved quickly onto Santa Marta, my home for the next four months.
Santa Marta is a city on the Caribbean coast and capital of the department of Magdalena, it also happens to be the oldest colonial city in South America. Here I am doing voluntary work with grassroots foundation Colombia without borders, which is based in Valle de Gaira, on the outskirts of the city in a largely poor area. Many of the people here have been displaced from neighbouring cities by the last civil war, but there is a great sense of community, and it is largely part to do with the foundation. The volunteers work primarily with the children of the
area, as a supplement to the schooling system which is further away. We tend to run classes based on primary subjects in Spanish such as, maths, reading and writing, with English classes in the evening for the older children. Otherwise we rely heavily on sport to keep the children occupied and there’s nothing they love more than a game of football.
I was lucky enough to go to the most recent national football game in Barranquilla, Colombia vs. Ecuador,
which is an experience like no other. Much like other Latin American countries Argentina and Uruguay to name only two, football plays a major role in terms of culture, the Colombian national strip is worn often, not solely on match days, and the unity, pride and spirit of the nation is so tangible at a game like this. So after the win against Ecuador for the Russia 2018 qualifiers, it may just be Colombia’s time.