As the Christmas celebrations got underway, I was joined in Sevilla by my family who flew down from London. They were immediately taken aback by the astonishingly warm weather. With the bright sun accompanying consistent temperatures of 20 degrees, there was certainly a different feel to the festivities. On Christmas day itself we had lunch at a nice Moroccan restaurant, which was as authentic as you’d expect given the geographical proximity. The beautiful mixture of sweetness and spice perfectly hit the spot. For the rest of the week I assumed the role of tour guide and we took advantage of the nice weather to visit the main monuments in the city. El parque María Luisa and La Plaza España were as stunning as ever.
Away from the city centre, the bustling area of Nervion was full of life. Small Christmas stalls lined the streets selling everything from mugs to delicious nuts. Locals flooded into the recently built shopping centre to buy presents to give to their loved ones on el dia de los Reyes Magos (6th January). Most attractive to me however was the huge stall dedicated to selling churros. Despite being in Spain for more than three months I had hardly immersed myself in the gastronomical wonder that are churros. Being somewhat out of my depth in the world of churros I ordered three portions, foolishly thinking that this would perfectly serve three people. What I received for my money was enough churros to feed the entire high street! Lesson learnt. This isn’t London.
Once my family had left, it was time to look ahead to the upcoming exam season. 5 exams in a 2-week period meant I needed to start early and make some ground. And so I got to work, interchanging revision with 5 a side football to keep a fresh mind.
Mientras las fiestas navideñas empezaban, vinieron a Sevilla mi familia de Londres. Inmediatamente estaban desconcertados por el tiempo increíblemente cálido en comparación con Inglaterra. Con el sol brillante y las temperaturas de 20 grados, era un sentimiento diferente a las celebraciones normales. Al día 25, almorzamos en un restaurante marroquí muy bonito, lo cual era tan autentica que uno se esperaría dado la proximidad geográfica. La exquisita mezcla de dulzor y de especie era justo lo que necesitábamos. Para el resto de la semana, asume el papel de guía turística y aprovechamos del tiempo bueno para visitar los monumentos principales de la ciudad. El parque María Luisa y la plaza España eran tan maravillosos como siempre.
Fuera del centro de la ciudad, el barrio de Nervión fue lleno de vida. Un pequeño mercado navideño alineaba la calle, vendiendo todo de tazas hasta nueces deliciosas. Sevillanos afloraban en el centro comercial recientemente construido, para comprar regalos para sus queridos para el día de los reyes magos. Sin embargo, lo más atractivo para mi era la tienda enorme especializada a los churros. A pesar de que he llegado en España hace más de 3 meses, no he tenido el placer de probar algunos churros. Un poco fuera de mi elemento en el mundo de los churros, pedí tres porciones pensando que cada porción seria para una persona. ¡Lo que recibí eran churros suficientes para alimentar todo el barrio! Lección aprendida. Esto no es Londres.
Una vez que mi familia había dejado, fue el tiempo para pensar en los estudios dado que tenía que venir 5 examines en un periodo de dos semanas. Entonces me puse a estudiar.