My final days in Chile
When contemplating my last few days in Chile and faced with the thought of my time there coming to an end, I became overwhelmed trying to decide how to make the most of the time remaining. In my 6 months here, I have seen some of the more spectacular sights the country has to offer- from the arid lunar landscape of the Atacama desert in the North, with its turquoise salt lagoons and humungous sand dunes, to the picture perfect Osorno Volcano in the Lake District, and the iconic Torres del Paine in the far South of Chilean Patagonia. I have been blown away by the variety in landscapes and climates, marvelled at the natural beauty and been enthralled by the unique culture of places such as Chiloe island. However, ultimately, Santiago is the city where I have made a home.
I always say that while Santiago may not be the most spectacular city in the world to visit, it is amazing to live in. Undeniably, it does not have the same appeal as Buenos Aires or Rio de Janeiro, but to me there is something special about it. The Andean cordillera provides a striking backdrop to the city lights of the huge metropolis, and a Santiago sunset where the sky turns pink and purple above the buildings is a sight I will never forget. At times, you could be in a European city like Madrid, with elegant 19th century neoclassical architecture, until a slight chaos often invades to remind you of the city’s character. I will miss the men on street corners selling eggs, the ladies chopping watermelon in the blazing heat, and the vendors hawking mote con huesillo. My Sunday ritual in Santiago involved a trip to the feria (market) that sprung up next door to my house, to purchase fruit and vegetables from my ‘casera’ (my regular vendor), who would compete with other vendors to shout the loudest about her tomatoes and attract customers to her stall. My other favourite activity was a visit to the Persa Bio Bio flea market, a sprawling chaos of antique furniture, knick-knacks and clothes. Most of all, I will miss the community I found through the boxing club I joined, which made me feel at home in such a huge city.
Therefore, in my last few days what I really wanted to do wasn’t visit Santiago’s ‘sights’ or hotspots, but soak in the atmosphere of my neighbourhood. On my last day, walking down the huge main road from Barrio Italia to my flat on a Sunday morning, I happened to be there at the right time to see a huge procession of cyclists chanting and ringing their bells in protest. Since the protests started in October, thousands of cyclists have joined a Sunday morning ride around the city as one of the many ways of peacefully protesting against the government and the economic model in Chile. Seeing this was yet another reminder of what I will miss; it has been fascinating, emotional and inspiring to witness and be a part of the history being made in Chile at the moment, and I am sad that I will now be watching it from a distance. It has been incredible to see so many people come together in pursuit of a common goal and has made me even more attached to Chile and invested in its future. My time in Chile has been absolutely unforgettable and I have learnt a huge amount, particularly through the challenges the protests brought with them, and if all goes to plan, I will be back before long!
Mis últimos días en Chile
Cuando contemplaba mis últimos días en Chile, y con el final de mi estadía cada vez más cerca, me costaba decidir como aprovechar del tiempo que me quedaba. Durante mis seis meses aquí, he visto algunas de las atracciones más espectaculares del país, desde el paisaje árido y lunar del desierto de Atacama en el norte, con sus lagunas de sal turquesas y las enormes dunas de arena, hasta el pintoresco volcán de Osorno en la Región de los Lagos y las emblemáticas Torres del Paine en el extremo sur de la Patagonia Chilena. La variedad de paisajes y de climas me ha impresionado y la belleza natural y la cultura única de lugares como la isla de Chiloé me han fascinado. Sin embargo, al fin y al cabo, Santiago es la ciudad donde construí un hogar.
Siempre digo que, aunque puede que Santiago no sea la cuidad más espectacular del mundo para una visita turística, es increíble vivir allá. No se puede negar que no tiene el encanto que fascina las turistas en Buenos Aires o Rio de Janeiro, por ejemplo, pero para mi tiene algo especial. La cordillera Andina es un fondo impresionante para las luces de la metrópolis, y un atardecer en Santiago, donde el cielo se pone morado y rosado encima de los techos, es algo que nunca voy a olvidar. De vez en cuando, podrías olvidar que no estas en una cuidad europea como Madrid, con la arquitectura elegante del siglo XIX, hasta que el caos invade y te recuerda del carácter único de la ciudad. Extrañaré los hombres que venden huevos en las esquinas de las calles, las mujeres que pican sandia en el calor opresivo, y los vendedores ofreciendo mote con huesillo. Mi ritual de los domingos consistía en ir a la feria al lado de mi casa para comprar frutas y verduras con mi casera, quien competía con sus compañeras para gritar lo más alto posible y atraer más clientes a su puesto. Tambien disfrutaba de visitar el mercado Persa Bio Bio, un caos enorme lleno de muebles antiguos, baratijas y ropa. Sobre todo, voy a echar de menos la comunidad que encontré en mi club de boxeo, que me ayudó a sentirme instalada en una ciudad tan enorme.
Por lo tanto, durante mis ultimas días no quería visitar las ‘atracciones’ o focos turísticos de Santiago – solo me apetecía absorber la atmosfera de mi barrio. En mi ultimo día, mientras caminaba por la calle enorme desde Barrio Italia a mi departamento el domingo por la mañana, me crucé con una procesión enorme de ciclistas, que cantaban y sonaban sus campanas en protesta. Desde que empezaron las protestas en octubre miles de ciclistas se han unido a estos paseos en bicicleta matutinos como una forma de protestar pacíficamente contra el gobierno y el modelo económico en Chile. Ver esta protesta era otro recordatorio de lo que voy a extrañar; ha sido fascinante, conmovedor y inspirador presenciar y participar en la historia que se esta formando en Chile hoy en día, y me da pena que ahora lo voy a observar desde lejos. Ha sido increíble ver a tanta gente unidos en la lucha para una meta común, y me he vuelto aun más apegada a Chile y comprometida en su futuro. Mi tiempo en Chile fue inolvidable y he aprendido un montón, sobre todo debido a los desafíos que me presentaron las protestas, ¡y si todo sale bien espero volver pronto!