Este mes aproveché el tiempo libre que tenía para visitar uno de los lugares más bonitos de Costa Rica. Monteverde es un pueblo en las montañas, conocido por el bosque nuboso del mismo nombre. Tiene un clima muy diferente al tiempo trópico de la parte del país donde vivo, gracias a su ubicación en una de las partes más altas del país. Este cambio dramático me sorprendió, y acabé poniéndome una sudadera en cuanto bajé del autobús, aliviada que había pensado en traérmela por si acaso.
Una actividad que la mayoría de los visitantes a Monteverde hacen es un canopy tour, un paseo por la parte más alta de los árboles en cables que conectan una parte del bosque a otra. No quería perder esta oportunidad increíble, así que fui a Selvatura Park, donde estaba la red de cables más larga de la zona. Es difícil encontrar las palabras adecuadas para describir la sensación de volar por encima del bosque, viéndolo desde un punto de vista tan único. El cable más largo extendía unos 750 metros, así que durante casi un minuto me encontré colgada a 50 metros del suelo, libre como un pájaro. Hacer este tour fue una experiencia inolvidable, y me encantaría hacer algo parecido en otra parte del país antes de volver a Inglaterra.
Después de recuperarme de la adrenalina, fui al “Jardín de los Colibríes”, donde vi los pájaros más pequeños del mundo a poca distancia por primera vez en mi vida. Creo que vi más de 100 colibríes en la media hora que pasé en ese pequeño jardín, de todos colores y tamaños. Aunque sabía que las alas de un colibrí se mueven muy rápidamente, no podía imaginar cuánto. No paraban durante más de dos o tres segundos para beber, y cuando se fueran volando el sonido de sus alas era parecido al “bzz” de una abeja. Me habría quedado allí toda la tarde, pero me quedó una actividad antes de volver a casa.
Cuando se busca “Monteverde” en Google, la foto típica que sale es de una persona, espalda hacia la cámara, en un puente colgante de color verde, con el fondo dramático del bosque. Selvatura Park tiene ocho de estos puentes, y la entrada al camino de puentes vino incluido en el precio del tour, así que decidí utilizar las ultimas horas antes del atardecer dando un paseo por allí. Las vistas eran preciosas, aunque un poco nubladas por el hecho de que estábamos literalmente dentro de las nubes, pero sinceramente añadió un toque de magia al ambiente.
Los días que pasé en Monteverde eran como algo de un sueño, y los recordaré el resto de mi vida.
This month I used my free time to visit one of the most beautiful places in Costa Rica. Monteverde is a town in the mountains, known for the cloud forest of the same name. It has a very different climate to the tropical part of the country I live in, as a result of its location in one of the highest parts of the country. This dramatic change really surprised me, and I ended putting on a jumper as soon as I got off the bus there, relieved that I’d thought to bring one just in case.
An activity that most visitors to Monteverde tend to do is a canopy tour, a tour through the tallest part of the trees via ziplines that connect one part of the forest to another. I didn’t want to miss out on this incredible opportunity, so I went to Selvatura Park, which has the biggest network of ziplines in the area. I struggle to find the right words to describe the feeling of flying over the forest and seeing it from such a unique point of view. The longest cable stretched for 750 metres, so for almost a minute I found myself hanging from a zipline 50 metres above the ground, looking out at the stunning view. Doing this tour was an unforgettable experience, and I would love to do something similar in another part of the country before I return to the UK.
After getting over the adrenaline rush, I visited the Hummingbird Garden, where I saw the world’s smallest birds up close for the first time in my life. I must have seen over 100 hummingbirds of all colours and sizes in the half an hour I spent in that tiny garden. Although I knew the wings of a hummingbird moved incredibly fast, I couldn’t imagine just how fast. They didn’t stop to drink nectar for more than two or three seconds, and when they flew away the sound of their wings was similar to the buzz of a bee. I would have stayed there all afternoon, but I had one activity left before going home.
When you search “Monteverde” on Google, the typical photo that comes up is of a person with their back to the camera on a green hanging bridge, with the dramatic backdrop of the forest. Selvatura Park has eight of these bridges, and the entrance fee to the bridges path came included in the price of the canopy tour, so I decided to use the last few hours before sunset walking through. The views were so beautiful, although a bit foggy as I was literally in the clouds, but honestly it added a touch of magic to the atmosphere.
The days I spent in Monteverde were like something out of a dream, and I will remember them for the rest of my life.