Calçotada 2
Como el mes pasado, el ritmo sigue más como un tango intenso que a cualquier otro tipo de baile mientras que la vida se hace cuesta arriba. Tal como concluí en mi informe anterior, confirmo que sí: sigo moribundo por marzo… y el abril ya tiene pinta.
Rocodrómo Climbat: La Foixarda – Montjuic
El comienzo del mes nos trajo la semana de carnaval, y por mi institución la tradición es disfrazarse toda la semana. Nos echó un tema de disfraz a las 18:00 cada día por Whatsapp y teníamos que improvisar con lo que teníamos en casa. En mi caso, vivo en un piso caótico con ocho personas y sin ni la mitad de mi armario de Inglaterra, y así la tarea no fue fácil. Aunque no pude participar todos los días, el viernes me uní al disfraz grupal con mis compañeros de laboratorio.. ¡acabamos todos como Pokémon!
En las semanas siguientes, probé dos deportes nuevos, el pádel y la escalada. Escalaba bastante desde pequeño, pero ahora llevo unos 8 años sin tocar ni un agarre. Mi amigo me prestó unos pies de gato que tenía de sobra, y fuimos al rocodrómo por Montjuic. Me vino genial hacer una actividad fuera del lab, y aunque tengo un poco mal el hombro, fui con cuidado y no me hizo daño. El pádel me costó más, siendo un deporte que requiere mucha coordinación, pero me divertí mucho y planeo seguir practicando. Para premiarme después de las actividades deportivas, fui a un espectáculo en la Fira de Plaza España denotado “The Champions Burger” (se nombró en inglés, supongo para atraer a más gente) en que se colocan varios puestos de hamburguesa, los cuales compiten para ofrecer la mejor del evento. Vine con hambre para aprovechar, pero apenas pude comer dos debido a la cantidad indecente de grasa. ¡Qué experiencia!
Ni desviemos del tema de la comida, sin duda mi experiencia este mes sigue rodeándolo como una manada de tiburones… Un amigo me invitó a cenar con su familia en
La acción desde la calçotada 2 – pinchando los calçots
Casteldefels, un barrio de las afueras de Barcelona. Nunca se puede negar una comida, entonces a pesar de estar lloviendo a cántaros, nos subimos a su moto y llegamos empapados. Por cierto, valió la pena por el caldo vasco espectacular que nos esperaba con vino, queso, y aún postre… ¡qué lujo para un estudiante! Adicionalmente, en trabajo nos llegó un evento temático de la comida japonesa – mi gastronomía favorita por casualidad – ese día no llevé mi túper de cocina para aprovechar. Los cocineros se esforzaron bien, adornado la cafetería con cortinas, banderas y ornamentos
La semana de carnaval – el disfraz grupal de Pokémon (el grupo que ganó se disfrazó como el juego de mesa “Operación”)
japonesas, y formó una cola que se extendió hasta que ni hubiera más pasillo. Entramos por las cortinas rojas para ver un surtido de gyozas esperándonos de forma aperitiva. Me decanté por yakisoba con arroz y salmón (aunque me arrepentí al ver el ramen). El salmón estaba algo salado, pero el resto lo compensó bien.
Siguiendo con la gastronomía (esta vez local), me apunté para dos calçotadas con distintos grupos de investigación. Para quien no sepa, la calçotada es un evento tradicional de catalunya en que se asan calçots a la parilla (una variación de cebolla juvenil) y vienen acompañados por carnes (vaca, cordero) a la brasa. Los calçots se pinchan en un alambre metálico para cocinarlos todos a la vez – si no, acabarías esclavizado a la parrilla dando vueltas uno por uno. Hubo unos 150 calçots en la segunda, aunque la primera fracasó un poco porque la mayoría del grupo no superó una resaca de la noche anterior. Aun así, me quedé con gente nueva y me lo pasé genial. La siguiente tuvo éxito, porque llegamos todos puntuales a la estación de Sants para las 9.30 (una hazaña soprendente entre españoles que se suelen levantar más tarde) y nos quedamos en un grupo más grande. Logré evitar quemaduras del sol, pero volví a casa a las 19:00 solo para salir directo al cumpleaños de un amigo de escalada. Me amenecí el día siguiente con una resaca bastante decente, y aún así jugué un partido de pádel bajo el sol. Para llegar, hice 10 km en bici con un ascento de más de 60m… Es decir, no era el día mejor para estar reventado, pero no hay nada que no se cure un rayito de sol mediterráneo. Ojála abril traiga más de esos, y que el pronóstico no se vuelva a oscurecer como el mes pasado… ¡Hasta ahora!
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Just like last month, life keeps moving to the rhythm of an intense tango, rather than any other type of dance, as things keep spicing up. As I concluded in my February–March report, I can confirm: yes, I’m still barely surviving March… and April already looks chaotic.
Calçotada 1
The month kicked off with Carnival week, and at my research institute, the tradition is to dress up every single day. Each afternoon at 6:00 p.m., we were sent a costume theme via WhatsApp, and had to improvise something using only what we had at home. In my case, I live in a chaotic flat with eight other people and barely half of my wardrobe from England, so it wasn’t easy. Although I couldn’t join in every day, I did take part on Friday in the group costume with my labmates… we all ended up dressed as Pokémon!
La selección de hamburguesas – Champions Burger, La Fira Barcelona
In the following weeks, I tried two new sports — padel and climbing. I used to climb quite a bit as a kid, but it had been around 8 years since I last touched a hold. A friend lent me an extra pair of climbing shoes and we went to the Montjuïc climbing gym. It felt amazing to do something outside the lab, and although my shoulder isn’t in the best shape, I was careful and didn’t aggravate it. Pádel was more difficult, since it requires a lot of coordination, but I had a blast and plan to keep practicing. To reward myself after all the sporty activity, I went to an event at Fira de Plaça Espanya called *The Champions Burger* (yes, it was named in English – I assume to draw more people in). Several burger stands compete to offer the best burger of the event. I came hungry to make the most of it… but could barely manage two due to how greasy they were. What an experience!
Speaking of food, this month has basically revolved around it like a shiver of sharks circling their prey. One weekend, a friend invited me to dinner with his family in Castelldefels, a town on the outskirts of Barcelona. You can never say no to a good meal, so even though it was pouring rain, I jumped on his motorbike and we arrived completely soaked. Totally worth it though – we were welcomed with an amazing Basque-style stew, wine, cheese, and even dessert… what a luxury for a student! At work, we
Temático comida japonesa en trabajo
also had a themed Japanese food event – which happens to be my favourite cuisine – so I didn’t bring lunch that day and went all in. The chefs really went for it, decorating the cafeteria with curtains, flags, and Japanese ornaments. The queue stretched down the entire hallway. We walked through red curtains to be greeted by a tray of gyozas as an appetiser. I went for yakisoba with rice and salmon (though I regretted it after seeing the ramen). The salmon was a bit too salty from too much soy sauce, but the rest made up for it.
Sticking with the food theme (this time local), I signed up for two calçotadas with different research groups. For those unfamiliar, a calçotada is a traditional Catalan barbecue featuring calçots (a kind of young, sweet onion) grilled over an open fire, accompanied by meats like lamb and beef. The calçots are skewered onto a metal wire so they can all be cooked at once – otherwise you’d be stuck flipping them one by one all day. We had about 150 calçots in the second one, although the first was a bit of a flop since most of the group didn’t make it due to a brutal hangover. Still, I spent it with some new people I’d just met and had a great time. The second event was a success – we all managed to meet at Sants Station by 9:30 a.m. (a miraculous feat for Spaniards, who usually wake up later), and we were a much bigger group. I even managed to avoid sunburn, but got home by 7:00 p.m. just to head straight out to a birthday party for a friend from the climbing.
I woke up the next day with a pretty decent hangover, and still played a round of pádel under the sun. To get there, I cycled 10 km with an incline of over 60m… definitely not the ideal day to be hungover, but there’s nothing a bit of Mediterranean sunshine can’t cure. Let’s hope April brings more of that — and that the forecast doesn’t turn as gloomy as last month…
Until next time!