La verdad es que no sé ni por donde empezar con febrero. Ha sido un mes de caos absoluto sin parar; de hecho, aún escribo desde el escritorio de la oficina de mi jefa en trabajo… un domingo por la tarde. He sacado suficientes fotos para crear un album, y he vivido tantos acontecimientos que podría escribir un informe separado por cada semana. Pero bueno, pues, empecemos desde el principio…
A comienzos de mes, tuve el placer de ver la obra anual de las luces de Casa Batllò, un espectáculo especial marcado por un proyecto de 10 minutos de patrones a la fachada, creando una estimulación cerebral única e incomparable, la que destaca de forma impresionante el genio arquitectónico de Gaudí. Para seguir con la asimilación cultural, cociné este mismo fin de semana patatas bravas caseras en el piso. Salieron absolutamente brutales con el air fryer que nos dejó Ivan, el mexicano, cuando se fue del piso. ¡Mis compañeros de piso las galardonaron 5 estrellas!
La semana siguiente estuvo marcada por otra defensa de tesis de mi compañera de doctorado, y como es costumbre, va de la mano con mucha comida, y bebida en la celebración. Por ser italiana, disfrutamos una variedad de comida italiana, incluyendo la pana cotta. Su defensa de mecanismos moleculares de la aparición y progresión de PD se dio impactante y nos sentimos muy orgullosos de ella. Este día coincidió con el cumple de mi amiga Ali, y la llegada por la noche un amigo estadounidense quien estudia temporalmente en Roma. Así que, depués de la fiesta me levanté temprano como superheroe para poder asumir mi nuevo puesto de guía turístico de Barcelona… Le enseñé a mi amigo Paseig de Gracia y todas las zonas más emblemáticas del sur de la ciudad. Paseamos por la playa de Barceloneta y subimos por teleférico a Montjuic. Visitamos el Estadio Olímpic – donde me quedé con los amigos del mes pasado para ver el partido – y cerramos el día con tapas catalán al centro de Eixample. Yo pedí para los dos para que pudiera probar de todo, e incluso probamos calçots, esa comida catalana tradicional a la parrilla que se come con una salsa roja especial. Llenos y felices, terminamos la noche en “una mansión”, que en realidad no era tan épica que sonaba. El domingo fui al lab para cuidar a los organoides, y, después del turno del infierno, logré salir justo a tiempo para ver el atardecer en los Bunkers del Carmel.
La semana siguiente fue la última de mi compañera de piso chilena, así que aunque estábamos agotados, nos quedamos con la misión de aprovecharla al máximo. El miércoles hicimos sushi teriyaki casero, el viernes jugamos a las cartas con vino y fuet antes de salir a bailar. y el domingo terminamos en un bar de juegos. El lunes les enseñé a las latinas el restaurante de tapas donde había llevado a mi amigo estadounidense. Una de mis amigas pidió ¡TRES postres!
Con un grupo de 8 personas, fuet, queso, cervezas y vino, el viernes probamos varios juegos e incluso lo de la foto, en el que cada jugador tiene que colocar una nueva carta encima de la tapa de una botella de vino, para que dos esquinas de la carta estén de desplome (sin tocar a nada). Como veis en la foto, ¡saqué justo el momento en que se cayó todo! Desafortunadamente, el miércoles llegó el momento para despedir a mi amiga de vuelta a Chile, aunque por un instante pensé en robarle una maleta para que se quedara (negué el pensamiento intrusivo… esta vez).
Aunque yo pensé que en este momento el ritmo bajaría, la faena en lab incrementó como los organoides empezaron a llegar a los timepoints de interés. Nos tocó arrancar y planear la fase de análisis: inmunocitoquímica, *western blot*, disgregación de organoides para estudiar la morfología de la monocapa, extracción de medios para análisis de citoquinas, fijación de organoides para inmunofluorescencia… Además, había que seguir con el mantenimiento: suplementación, cambios de medio, fotos de las placas para los registros, recolección de *pellets* para *western blot*, y, para sumar algo más a la carga, un doctorando comenzó a enseñarme un análisis de actividad neuronal con calcio. Como cada línea de organoides tiene un día de inicio distinto, nuestra rutina seguirá intensa para los siguientes meses. A pesar de esto, aparte de este domingo (desde que escribo ahora mismo), ya no será necesario venir los findes – ya que, a partir de día 30, los organoides solo necesitan suplementación cada 3-4 días – nos encargamos de esto durante la semana.
El fin de semana siguiente, intenté “descansar un poco”, que significó salir con unos compañeros de otro lab, quienes me invitaron al Espai dArts Escèniques de Can Batlló, una calcotada, y un cumpleaños los tres días siguientes (viernes, sabado y domingo). Can Batlló era, en esencia, un espacio de fiesta con un bar a un lado, y hazañas acrobáticas al otro, con telas, cables y anillos entre más – básicamente un circo de borrachera. Lo más loco fue que nos dejaron probar, y aunque un poco arriesgada la cantidad de cervezas que llevábamos encima, afortunadamente nadie murió. ¡Lo cuento así como un éxito!
El sábado me perdí la calçotada, pero después nos quedamos en un bar local en la parte arriba de la pendiente de Gracia. Por ser la semana de carnaval, el dueño sacó unas mascaras caseras y un amigo tocó la guitarra. Me sentí en este momento totalmente integrado en la cultura española, aunque no conocí a las letras de las canciones para nada… El domingo, a pesar de haber salido la noche anterior, nos quedamos en un vermutería para para el cumpleaños de una amiga de mis compañeros (a quien, hasta ese momento, ni conocía). Tomamos vermut para €2,90, y los españoles pidieron unas piparras a la mesa (pimientos picantes). Según yo, los pimientos picantes están mejor combinados con tacos u otra comida mexicana, no como un fuego para acompañar un vaso de vermut un domingo por la tarde.. pero bueno, no juzgo!
En resumen, probablemente voy a pasar el marzo muerto (..y quizá abril… mayo también..) pero mejor estar en caos que estar con nada. ¡Hasta el próximo!
—-
English
“One Day, I’ll Get Some Sleep”
Honestly, I don’t even know where to start with February. It’s been a month of nonstop chaos; in fact, I’m still writing this from my boss’s office desk… on a Sunday afternoon. I’ve taken enough photos to make an album and experienced so many things that I could write a separate report for each week. But anyway, let’s start from the beginning…
At the start of the month, I had the pleasure of watching Casa Batlló’s annual light show – an incredible 10-minute projection of patterns across the front of the building, creating a unique visual experience that highlights Gaudí’s architectural genius. To continue my cultural assimilation, that same weekend I made homemade patatas bravas in our apartment. They turned out absolutely amazing with the air fryer that Iván, the Mexican guy, left us when he moved out. My flatmates gave them a 5-star rating!
The following week was marked by another PhD thesis defense from one of my colleagues, which, as always, comes with lots of food and drinks to celebrate. Since she’s Italian, we had a feast of Italian food, including panna cotta. Her defense on the molecular mechanisms behind the onset and progression of Parkinson’s disease was truly impressive, and we were all very proud of her. That same day, we also celebrated my friend Ali’s birthday, and later that night, an American friend of mine, who’s currently studying in Rome, arrived in Barcelona. So, after partying, I woke up early like a superhero to take on my new role as a Barcelona tour guide.
I took my friend down Passeig de Gràcia and through all the major landmarks in the southern part of the city. We walked along Barceloneta Beach and then took the cable car up to Montjuïc. We visited the Olympic Stadium – where I had watched a match with friends last month – and wrapped up the day with Catalan tapas in Eixample. I ordered for both of us so he could try everything, including *calçots*, the traditional grilled Catalan dish that you dip into a special red sauce. Stuffed and happy, we ended the night at “a mansion,” which, in reality, wasn’t as epic as it sounded in the event advert (but still cool). On Sunday, I headed to the lab to take care of the organoids and, after a crazy shift, made it out just in time to catch the sunset at Bunkers del Carmel.
The following week was my Chilean flatmate’s last in Barcelona, so even though we were exhausted, we made it our mission to make the most of it. On Wednesday, we made homemade teriyaki sushi, on Friday, we played cards with wine and fuet (Catalan sausage) before going out, and on Sunday, we ended up at a game bar. On Monday, I took the Latinas to the same tapas restaurant I had gone to with my American friend. One of them ordered THREE desserts!
With a group of eight people, fuet, cheese, beers, and wine, on the Friday we had played several games, including one where each player had to balance a new card on top of a wine bottle cap, making sure two corners hung off the edge without touching anything. As you can see in the photo, I caught the exact moment everything came crashing down! On Wednesday, I had to say goodbye to my Chilean friend as she headed back home. For a brief moment, I considered stealing one of her suitcases so she would stay (I resisted the intrusive thought… this time).
I thought things would calm down at this point, but no… the lab workload ramped up as our organoids reached their key timepoints. We had to kick off and plan the analysis phase: immunocytochemistry, Western blot, dissociating organoids to study monolayer morphology, extracting media for cytokine analysis, fixing whole organoids for immunofluorescence… On top of that, we had to keep up with maintenance: supplementing, media changes, photographing plates for records, collecting pellets for Western blot, and, just to add another thing to the mix, a PhD student started teaching me a calcium imaging-based neuronal activity analysis. Since each batch of organoids has a different start date, our workload will remain intense for the next few months. That said, apart from this Sunday (as I write this), I won’t have to come in on weekends anymore – starting from day 30 (D30), the organoids will only need fresh supplements every 3-4 days, so we’ll handle it during the week.
The following weekend, I tried to “rest a little,” which in reality meant going out three days in a row. Some friends from another lab invited me to Espai d’Arts Escèniques de Can Batlló, a calçotada, and a birthday party over the course of Friday, Saturday, and Sunday. Can Batlló was basically a party venue with a bar on one side and acrobatic performances on the other – silks, slacks, rings, and more. Basically, a drinking circus. The craziest part? They let us try it. Considering the amount of beer involved, it was definitely risky, but luckily, no one died, so I’d call it a success!
On Saturday, I missed the calçotada, but later that night, we hung out at a small local bar up in Gràcia. Since it was Carnival week, the owner handed out homemade masks, and a friend played the guitar. In that moment, I felt completely immersed in Spanish culture—despite not knowing a single lyric to any of the songs. On Sunday, even after a night out, we went to a vermutería to celebrate a friend’s birthday. I had never met her before, but hey, now I have. We had vermouth for €2.90, and the Spaniards ordered piparras (spicy peppers) for the table. Personally, I think spicy peppers are better paired with tacos or some kind of Mexican dish, not just as a random mouthful of fire with a single glass of vermouth on a Sunday afternoon… but hey, no judgment!
In summary, I’ll probably be dead by March (…and maybe April… maybe May too), but better to be caught in chaos than stuck with nothing. Until next time!